La historia de La Pescadería Azul es mucho más que un negocio; es un relato tejido con los fuertes hilos de los lazos familiares y una profunda devoción por los tesoros que el mar nos ofrece. En su génesis encontramos las incontables conversaciones entre una madre y su hijo, Guillermo, cuyo destino daría un giro inesperado.
Durante años, Guillermo había mantenido una firme distancia con el pescado. Sin embargo, la vida a menudo nos sorprende con cambios de rumbo inesperados. Un día, una vocación genuina comenzó a florecer en su interior: la de ser pescadero.
Lejos de desalentar este nuevo despertar, su madre se erigió como un pilar de apoyo incondicional. Compartiendo su sabiduría y humildes opiniones, madre e hijo se aventuraron juntos en un universo de posibilidades marinas. El nombre que elegirían para su empresa, “La Pescadería Azul”, evocaría los recuerdos de la infancia de Guillermo, de una pescadería en el mercado local que destacaba por su singular fachada pintada de azul. Para los clientes, era simplemente “la pescadería azul”, un punto de referencia único.
Este nombre resonó profundamente en sus corazones. Decidieron honrar a sus padres y a aquella modesta pescadería que con valentía perseveró, bautizando así su propio negocio: La Pescadería Azul.
Mi Historia: El Comienzo de una Pasión
La inmersión de Guillermo en el mundo del pescado comenzó a los trece años, más por obligación que por una inclinación natural. Sus escasos deseos de estudiar llevaron a sus padres a una firme directriz: “Si no estudias, trabajas”. Así, su adolescencia se dividió entre madrugones a las 5:30 de la mañana y las aulas a las 7. Los veranos se convirtieron en largas jornadas en la lonja de Santa Pola, acompañando a su padre en sus compras diarias. Guillermo creció bajo el peso de las burlas por ser un “pescatero”, incluso antes de serlo por elección, una etiqueta impuesta por sus desafíos académicos.
Con el tiempo, la perspectiva de Guillermo comenzó a transformarse. Aquel trabajo que inicialmente le resultaba ajeno e incluso desagradable, se reveló como el sustento de su familia, el motor que financiaba sus actividades y pequeños caprichos. Comprendió su papel crucial en su vida. Sin embargo, al explorar otros horizontes laborales fuera del hogar, descubrió que no encajaba. Su verdadera inquietud, su anhelo de forjar su propio camino, lo impulsó a probar diversas empresas: la enseñanza de oratoria, el marketing multinivel, el entrenamiento personal. Ninguna de estas sendas logró encender en él la chispa de la satisfacción plena, y ninguna despegó como esperaba.
Finalmente, a los veinticuatro años, llegó la epifanía. Guillermo comprendió que su verdadera realización residía en ayudar a los demás, sin importar la forma. Y en ese instante de claridad, también supo que no había lugar donde se sintiera tan genuinamente a gusto como en la pescadería de sus padres. Ese fue el “clic” que desencadenó una decisión trascendental: quería ser pescadero.
Con más de una década de experiencia gestionando su propia pescadería, sumada a los más de treinta años de sabiduría acumulada por sus padres detrás del mostrador, encontró en ellos a sus maestros más valiosos. Decidido a emprender su propio camino, movió todas las piezas necesarias y compartió su visión con su madre, quien lo recibió con entusiasmo y apoyo incondicional. El anhelo de Guillermo era labrarse su propio futuro y llenar de orgullo a sus padres, reconociendo que él era el fruto de su amor y dedicación. Siguiendo sus pasos, se propone llevar el sector de la pescadería a un nuevo nivel, impulsado por su juventud, su entusiasmo y la experiencia adquirida tras el mostrador.
Ahora lleva su negocio más alla de su población : Sax, ofreciendo el envío del pescado y marisco a domicilio, con reparto a su propia casa. Todo un joven emprendedor que da ejemplo de trabajo y visión de futuro.
Esta es nuestra historia, y este es nuestro presente.
Siempre serás bienvenido en nuestro espacio, y mientras tanto, seguiremos volcando lo mejor de nosotros para llevar a tu mesa el frescor del mar cada día.
