Los ventajistas, los listos, egoístas, soberbios y abusones.
Los aprovechados, insolidarios, hipócritas, impertinentes y embaucadores.
Los sádicos, incívicos, violentos y maltratadores.
A toda esta caterva, rémora de la sociedad con los que la vida nos castigó por culpa de una verde doncella, otra ambiciosa, un impúdico calzonazos y Lucifer camuflado de serpiente.
A estos azotes sociales que se confunden entre la gente, encargados de amargarnos la existencia.
A esta jarca que ha nacido con el objetivo de molestar y de fustigarnos sin ninguna causa que lo justifique.
A Estos incapaces de vivir su vida, porque su vida les aburre, que se adhieren como garrapatas para amargarnos la vida.
A toda esta rémora les pediría que nos permitan vivir sin la angustia de tener que soportarlos a cada instante, sufrirlos cada día y aguantarlos a todas horas en cumplimiento a un supuesto pecado original.
Por favor, no se fijen en nosotros, tráguense sus propias bilis, su hiel y márchense a sus reservas con la promesa de no echarles en falta.
Este castigo bíblico consecuencia de aquella manzana que dio origen al injusto, exagerado y pernicioso pecado, producido por el maleficio de una víbora, debiera tener una revisión de condena que diera fin a esta perpetua no revisable y nos exonere de toda culpa, teniendo en cuenta que nuestra condición de católicos se basa en el perdón de los pecados, una vez cumplida una penitencia de 5.780 años según el calendario hebreo.
Pero no, parece que lo de tragarnos a los ventajistas, listos, egoístas, soberbios abusones, aprovechados, insolidarios, hipócritas y demás escoria es para siempre. Y todo por una manzana reineta… ¿O fue Golden? ¿Tal vez Fuji?



















