Hace unos días escuché un podcast, casi el primero. Prefiero leer que escuchar una audición, pero reconozco que en una vida tan ajetreada como la que llevamos podemos escuchar un texto cuando conducimos o cuando en casa todos ven la tele menos tú y aprovechas ese tiempo para cultivarte. Ya sabe que el saber no ocupa lugar y que todos los días podemos aprender algo.
Pues bien, ese podcast se titula “La España insólita”. Antes permita que le diga cómo he llegado hasta aquí. El año pasado Álvaro, un compañero de trabajo me habló del audible de amazon. Me resistí porque me gusta leer, ya se lo he dicho, pero lo probé en vacaciones de verano. Según la estadística que me mandó amazon unos meses después, en agosto escuché 92 horas de audición de novelas de autores españoles. Y lo más importante, disfruté.
Una vez que amazon me cautivó con el audible, suelo escuchar al menos dos o tres libros al mes, me mandaba mensajes preguntándome por qué no escuchaba sus podcasts. Debían pensar detrás de esas siglas que es más corto que un libro, que es una pincelada de un tema concreto, un flash de actualidad, en el que hay que dedicarle poco tiempo. Sí, pero no me llamaba la atención.
Para probarlo decidí hacerlo sobre uno de los temas que me ofrecía amazon relacionado con la historia: “La España Insólita” es su título. En sus capítulos uno está relacionado con Alicante. Despertó mi curiosidad. Ahora sí. Su título “Alicante, ruta de los milagros” (con Elena Merino y Jorge Hernández Carbonell), narrado por Francisco Izuzquiza, Jesús Callejo y Alberto Espinosa.
Todos los temas que mencionan en su índice los conozco, incluso escribí de ellos en mi columna de opinión que tenía en el periódico Alicante Plaza. Pero seguro que no lo contaban como yo lo hice porque no es lo mismo decirlo a viva voz que escribirlo. Y lo escuché con sumo interés.
De todos los temas, de uno de ellos aún no había escrito nada. Vea. ¿Por qué existe la tradición de poner la imagen de la Santa Faz en las puertas de la ciudad de Alicante?
Así era. La ciudad de Alicante estaba amurallada (fíjese que no queda nada de ellas, que pena). Sus puertas se protegían con una imagen enmarcada de la Santa Faz y una lamparilla para iluminarla durante la noche. Con el tiempo, cuando estas desaparecieron, en muchos edificios se ponían en los dinteles de sus puertas o en sus fachadas. Aún quedan en algunos manteniendo esa tradición, sobre todo en las casas del barrio antiguo.
Mire, le voy a señalar uno de esos edificios. En la fachada del inmueble verá una imagen enmarcada de la Santa Faz con un pequeño farol en su parte superior. Está en el Portal de Elche – aquí estaba una de las puertas de la muralla de la ciudad –, en la fachada del edificio que fue sede de Banesto y ahora es del Banco Santander, construido por el afamado arquitecto Juan Vidal Ramos a mediados del siglo pasado.
Es un privilegio que Alicante tenga uno de los lienzos con la cara grabada de Cristo camino del calvario antes de su crucifixión. Durante siglos los alicantinos pedimos su protección. ¡Faz divina, misericordia!
Con todo esto, ahora le cuento el motivo objeto de la pregunta anterior. Con esta imagen de la Santa Faz se protege del mal a los moradores de esa casa. Ya ve, tan sencillo como eso.
Cuenta la leyenda que el este peninsular estaba asolado por la peste. Un barco llegó al puerto de Alicante con su bodega llena de trigo que venía fenomenal para paliar la hambruna que había en la ciudad. A bordo había un monje que llevaba una copia de la imagen de la Santa Faz. Aunque el buque venía de Cartagena asolada por la peste y las autoridades locales dudaron si desembarcar el trigo por si estaba contaminado con esta enfermedad contagiosa, el monje les dijo que Santa Faz les protegía. Desembarcaron el trigo, se palió el hambre de la población y los alicantinos no se contagiaron de la peste. Un milagro más de los muchos que se cuentan de la Santa Faz. Por esto se pone en las fachadas de las casas, para recibir su protección.