«Caraca, la ciudad perdida» nos invita a desenterrar los secretos de una enigmática ciudad romana en la provincia de Guadalajara, oculta en el olvido hasta hace muy poco tiempo. Su ubicación, debatida desde el siglo XVI, ha sido confirmada recientemente gracias al uso de las últimas tecnologías, marcando uno de los hallazgos más interesantes en la historia reciente de la arqueología española. Este artículo te guiará por el fascinante periplo de su localización, combinando fuentes literarias y evidencias arqueológicas.
Un Enclave Estratégico en las Orillas del Tajo
Situada en un privilegiado enclave en altura a orillas del río Tajo, cerca de Driebes (Guadalajara), esta tierra fue hogar de diversas culturas que supieron aprovechar su estratégico control de los vados fluviales. Desde el Paleolítico, donde sus terrazas servían para acechar presas, hasta la etnia carpetana, numerosas civilizaciones dejaron su huella. Los propios carpetanos, en el siglo III a.C., enterraron un depósito de plata que, 80 años después de su descubrimiento, regresa a Guadalajara desde el Museo Arqueológico Nacional para esta exhibición. Su sorprendente historia los enfrentó al cartaginés Aníbal Barca y al romano Quinto Sertorio, sucumbiendo ante este último, pero grabando su nombre en la historia para siempre.
Acompáñanos a conocer uno de los descubrimientos más apasionantes de la arqueología moderna, donde un lugar remoto escondía una próspera ciudad altoimperial con un urbanismo sofisticado y adéntrate en el misterio de su eventual desaparición.
Recorrido Cronológico: La Búsqueda de Caraca
La exposición comienza desvelando el patrimonio geológico de la ciudad, caracterizado por sus resistentes conglomerados y yesos fácilmente trabajables, elementos que condicionaron tanto su emplazamiento como los materiales de construcción.
La ubicación de Caraca ha sido objeto de intenso debate desde el siglo XVI, siendo tradicionalmente situada en Guadalajara, lo que incluso influyó en gentilicios e instituciones como el Ateneo Caracense. Una de las piezas más destacadas de la muestra, cedida por la Diputación de Guadalajara, es el original de la «Historia Eclesiástica y Seglar de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Guadalaxara» (1653), que afirmaba que Guadalajara era Caraca.
Fue en la década de los 80 cuando Jorge Sánchez-Lafuente y Juan Manuel Abascal propusieron identificarla en el Cerro de la Virgen de la Muela, donde ya se habían hallado importantes restos como el Tesoro de Driebes. Desde 2016, el Equipo Arqueológico Caraca ha liderado investigaciones con nuevas tecnologías en este enclave, contando con un invaluable apoyo institucional y ciudadano.
Las fuentes clásicas, como Ptolomeo y el Anónimo de Rávena, situaban Caraca entre Complutum y Segobriga, en la vía Complutum–Cartago Nova. La distancia indicada por Ptolomeo, unos 42 km entre Alcalá de Henares y el Cerro de la Virgen de la Muela, concuerda perfectamente. Además, en este cerro se ha documentado la vía romana con georradar y un acceso por rampa artificial. Las pruebas arqueológicas también han confirmado su conquista por Sertorio en el año 77 a.C., tal y como lo describió Plutarco.
Desde el Paleolítico hasta los Carpetanos
Tras un recorrido por la historia de su investigación, la muestra exhibe el pasado más pretérito del Cerro de la Virgen de la Muela. El visitante podrá disfrutar de remotas evidencias prehistóricas, que demuestran una ocupación humana desde el Paleolítico, con herramientas de sílex y cuarcita asociadas a todos los modos de fabricación lítica. Estas piezas, atribuidas a diversas especies humanas como Homo heidelbergensis, neanderthalensis y sapiens, muestran un uso variado que incluía carnicería y trabajo en madera. Además, se han hallado restos del Neolítico, Calcolítico y Edad de Bronce, confirmando una prolongada ocupación del lugar.
Durante la Edad del Hierro, esta área de la Meseta estuvo habitada por el pueblo denominado Carpetano. La abundancia y dispersión de restos arqueológicos en la superficie del Cerro de la Virgen de la Muela, así como el hallazgo del Tesoro de Driebes, demuestran que en las últimas décadas del siglo III a.C. este enclave llegó a ser un importante oppidum. Caraca se ubicaba en el límite noreste de la Carpetania, en una posición estratégica sobre los vados del Tajo, lo que, si bien le dio relevancia, también la convirtió en objetivo de campañas militares por su control. Entre las piezas más destacadas de este período, resalta la presencia de una urna funeraria de una necrópolis de incineración con sus elementos de ajuar asociados.
El Misterio del Tesoro de Driebes
La estrella invitada de la exposición es el Tesoro de Driebes, conservado por el Museo Arqueológico Nacional y prestado para esta ocasión. Descubierto en 1945 y relacionado con otro registro del Archivo General de Simancas de 1597, incluye 1480 piezas de plata usadas como moneda por su valor metálico, con un peso total de 13,8 kg. Ocultado a finales del siglo III a.C., en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, muestra una clara influencia cartaginesa en su peso y decoración. Sobresalen finas piezas de platería carpetana, como la «Fíbula de Hércules» con motivos míticos.
La exposición aborda la hipótesis de la ubicación en el entorno de Driebes e Illana de la victoria de Aníbal en el río Tajo (220 a.C.) sobre una coalición de carpetanos, vacceos y olcades, apoyándose en evidencias arqueológicas y geológicas. La presencia púnica en el Tesoro de Driebes refuerza esta hipótesis.
La Romanización y el Apogeo de Caraca
Durante la Segunda Guerra Púnica, Roma trasladó el conflicto a Hispania y atacó la retaguardia cartaginesa, incorporando la Carpetania tras su conquista en el siglo II a.C. Esto dio inicio a un lento proceso de romanización, donde los carpetanos adoptaron el modo de vida romano. La urbanización, con ciudades como Caraca, y cambios en la agricultura, como la expansión del olivo, transformaron profundamente el territorio.
El siguiente módulo está dedicado a la civilización romana, momento de mayor apogeo del yacimiento. Tras la conquista romana, Caraca vivió entre los siglos II-I a.C. una etapa de prosperidad y comercio. Las excavaciones en el foro revelan dos fases constructivas republicanas con técnicas heredadas de la tradición carpetana. La ciudad administraba un territorio de unos 20 km de radio, delimitado por ríos como el Tajo y el Tajuña, e incluía partes de Guadalajara, Cuenca y Madrid.
Durante la Guerra de Sertorio (82-72 a.C.), Caraca fue asediada y conquistada por Sertorio en el año 77 a.C., según Plutarco, mediante una estratagema con una polvareda impulsada por el viento. Las evidencias arqueológicas en Driebes, Illana y Mazuecos confirman su paso, incluyendo un campamento romano y un proyectil de plomo con su nombre. También se hallaron restos militares, una empalizada y un nivel de destrucción del siglo I a.C. bajo el foro.
La Sofisticación de una Ciudad Romana
Desde el siglo I d.C., la ciudad contó con un acueducto de unos 3 km que transportaba agua por gravedad desde el manantial de Lucos hasta la ciudad, demostrando la ingeniería romana y su poder. Construido con opus caementicium y revestido con opus signinum, incluía desarenadores para limpiar el agua. Este sistema es similar al de Segóbriga y se han excavado tramos recientes, confirmando su diseño y funcionalidad. Para ilustrar este ingenio hidráulico, la exhibición cuenta con recursos audiovisuales y una maqueta.
A mediados del siglo I d.C. se construyó al norte de Caraca un destacado ustrinum o pira funeraria, de 80 m². En su excavación se hallaron fragmentos óseos quemados, cerámica, ungüentarios, huesos de animales y una falange de águila, símbolo asociado a Júpiter y al tránsito al más allá. Su ubicación junto a la vía romana subraya su carácter singular.
El Misterio de su Desaparición y el Legado Visigodo
Caraca inició su declive a partir de la segunda mitad del siglo II d.C., con la pérdida del uso público de sus edificios y su transformación en espacios de habitación y talleres artesanales. Este declive, paralelo al de otras ciudades de la Meseta, llevó a su casi desaparición en el siglo III. Entre las posibles causas, se incluyen la peste antonina y cambios económicos como la crisis del lapis specularis, con la población desplazándose a asentamientos rurales en la época bajoimperial.
Precisamente, tras el abandono de la ciudad en los siglos VI-VII d.C., se estableció a los pies del cerro una necrópolis visigoda con cientos de tumbas de inhumación cristiana, orientadas este-oeste. Se identifican tumbas de cista, las más antiguas del siglo VI, revestidas con lajas de piedra y vinculadas a una estructura que reutiliza sillares romanos, y fosas cubiertas por losas de yeso del siglo VII, donde los cuerpos se enterraban envueltos en mortaja sin ajuar. Las tumbas podían contener varios individuos relacionados por parentesco.
Caraca Hoy: Reconocimiento y Futuro
La exposición culmina con la gran repercusión mediática nacional e internacional que tuvo el hallazgo de la ciudad, impulsando un congreso, publicaciones y un certamen de murales al aire libre en Driebes que crece anualmente. En 2024, su área arqueológica fue declarada Bien de Interés Cultural, garantizando su protección y difusión para las generaciones futuras.
No te pierdas la oportunidad de desvelar los secretos de esta fascinante ciudad. La exposición estará en el Museo de Guadalajara hasta el 10 de agosto.