Cien metros de organdí y pedrería a mano: los trajes de Melody en Eurovisión, sello ilicitano

El diseñador que ha conquistado Eurovisión piedra a piedra verá el festival con su madre en Alicante. Cuando Gustavo Adolfo Tarí cosía de madrugada en una gasolinera del área metropolitana de Barcelona para pagarse sus estudios de diseño, jamás imaginó que un día millones de personas en toda Europa admirarían sus creaciones. Pero ese día ha llegado. Y será este sábado, en la gran final del festival de Eurovisión.

Nacido en Elche, criado entre hilos, telas y sueños, y afincado desde hace años en Barcelona, Tarí es el diseñador alicantino responsable del espectacular vestuario que lucirá Melody, la representante de España, durante su actuación en Basilea. Una doble propuesta escénica con un poderoso mensaje visual: la evolución de una artista, de una diva clásica a una diva contemporánea. Más de 100 metros de organdí y muchas noches sin dormir han dado como resultado estas creaciones únicas. Desde su taller, Tarí muestra con orgullo los bocetos originales del vestuario de Melody, colgados junto a maniquíes que ya han vestido a otras divas de la música como Shakira, Rosalía o Nathy Peluso.

Pero lo de Eurovisión es otra cosa. Uno de los trajes, confeccionado completamente a mano, incluye una cola hecha con más de 100 metros de organdí negro, un tejido vaporoso pero contundente, que aporta dramatismo y volumen sobre el escenario. El segundo look, aún más rompedor, es un body de pedrería cosida piedra a piedra, que refleja las luces del escenario como una constelación hecha de esfuerzo y talento.

El concepto de los trajes también es parte esencial del relato. La actuación busca reflejar una transformación: de la diva flamenca, sobria y poderosa, a la artista moderna, brillante y empoderada. El momento del cambio de vestuario será uno de los grandes efectos del número.

Tarí no es un recién llegado. Lleva más de 20 años en la industria, especializado en grandes espectáculos y piezas escénicas. Su sello personal son los tocados con pedrería, las máscaras de cristal y el uso del metacrilato cortado a láser, con el que ha revolucionado el diseño escénico.

Pero no olvida sus raíces: Este sábado verá la final desde Alicante, en el sofá junto a su madre, como hacía de niño cuando soñaba con vestir estrellas.

El reto no ha sido solo técnico, sino también emocional. Tarí viajó a Basilea pocos días antes de la semifinal para ajustar los últimos detalles. Estuvo allí, entre bastidores, retocando un volante, asegurando una costura, calmando nervios. Lo suyo va más allá de la aguja: es una dedicación casi paternal.

Y es que cada puntada lleva una historia: la de un chico de Elche que trabajó de noche para formarse, que nunca dejó de soñar con un gran escenario, y que ahora ve cumplido su sueño a lo grande: con su nombre, aunque sea entre bastidores, grabado en uno de los eventos más vistos del planeta.

Melody ya ha deslumbrado en la semifinal. Su voz, su fuerza escénica y su transformación visual están siendo uno de los grandes temas de conversación entre los eurofans. Y en cada plano, en cada movimiento, late la obra de Tarí.

Hasta el sábado, el modisto seguirá revisando detalles de último minuto, aconsejando desde la distancia, con el corazón latiendo al ritmo de la cuenta atrás. Sabe que cada segundo de desvelo se convertirá en orgullo cuando las cámaras se enciendan y millones de ojos admiren lo que, piedra a piedra, ha creado con sus propias manos.

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