España vive instalada en un teatrillo donde la autoproclamada “vanguardia progresista” del sanchismo pretende vender humo a precio de oro. Con cinismo calculado, nos dicen que gobiernan “para todos”, mientras cada decisión es un traje a medida de sus socios de supervivencia parlamentaria. Ironía cruel: se autodefinen como muro de contención frente a la ultraderecha, pero su manera de gobernar se parece demasiado a lo que ellos mismos denunciaban —imposición, manipulación mediática y desprecio a la pluralidad.
El descaro, eso sí, ya es marca de la casa. Sánchez y sus corifeos no ocultan su vocación de revisionismo constante: si ayer una norma o discurso les servía, hoy se derriba sin pestañear; si ayer una promesa les aplaudía la platea, hoy se entierra bajo decretazos y pactos oscuros. El cinismo consiste en seguir proclamando principios mientras se practica lo contrario.
Lo progresista de este régimen no está en la justicia social —cada día más ausente en barrios, pueblos y periferias—, sino en el arte de disfrazar intereses de partido con palabras huecas. Ironía sangrante: hablan de igualdad mientras crean españoles de primera (los que sostienen al Gobierno) y de tercera (los que lo padecen).
En definitiva, la España progresista de Sánchez es un escaparate de consignas: mucho colorido en los rótulos, mucha retórica de inclusión, pero un fondo agrio de exclusión y manipulación. El cinismo, la ironía y el descaro no son defectos accidentales de este modelo: son su combustible y su ADN.
En un contexto de polarización política, términos como «cinismo» (desvergüenza en el mentir o defender lo indefendible, según la RAE), «ironía» (disimulo fingido o fingir ignorancia) y «descaro» (impudencia obscena) se usan con frecuencia para describir lo que perciben como contradicciones flagrantes en el discurso y las acciones del PSOE y sus aliados. No es un fenómeno nuevo en la política —el cinismo ha sido un rasgo histórico en España, desde la Transición hasta hoy—, pero bajo Sánchez parece haber alcanzado un pico de intensidad, según analistas y opiniones en redes y medios.
El núcleo de las quejas radica en la percepción de que el gobierno se presenta como «progresista» (defensor de la igualdad, la justicia social y la democracia), pero actúa con pragmatismo cínico para perpetuarse en el poder, ignorando principios éticos o constitucionales.
Ejemplos clave de 2024-2025:
¬ Cinismo en la corrupción: Sánchez ha afirmado en junio de 2025: «La izquierda no es corrupta y la izquierda no roba», en pleno escándalo de adjudicaciones irregulares en el PSOE (como el caso Koldo o el de Ábalos). Críticos lo ven como un descaro supremo, ya que el gobierno usa fondos públicos para favores a aliados separatistas, mientras recorta en sanidad y educación.
En X, usuarios lo llaman «robo a manos llenas» para pagar pactos políticos.
¬Ironía en la amnistía e indultos: El PSOE modificó su Código Ético en 2023 para justificar indultos a condenados por corrupción o sedición (como los del procés catalán), suprimiendo cláusulas contra apoyar tales medidas. Lo que se vendió como «reconciliación progresista» se ve como un trueque cínico por votos de ERC y Junts, traicionando promesas electorales de 2019 («No pactaré con independentistas»). En 2025, esto ha generado huelgas de médicos y protestas juveniles por el paro récord (más del 25% en menores de 25 años).
¬Descaro en el control institucional: Sánchez viaja a la ONU en septiembre de 2025 para defender la «libertad de expresión contra castigos a la disidencia», mientras en España sus ministros llaman «nazi» o «saco de mierda» a periodistas críticos, y se reforman leyes para controlar RTVE (televisión pública convertida en «máquina de propaganda»). Es el colmo del descaro: predicar democracia abroad mientras se asalta el poder judicial y se enchufa a familiares en cargos públicos.
¬Ironía económica y social: Se autodenominan «gobierno progresista» mientras pactan con Bildu (acusado de lazos con ETA) y el PNV para subir impuestos selectivos, rompiendo la progresividad fiscal. Resultado: IPC al alza, vivienda inaccesible para jóvenes, y chabolas en aumento por inmigración descontrolada. Un tuit viral resume: «Le quitas la identidad, la cultura, la seguridad… y te queda la España de Sánchez».
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