El IVAM explora los trabajos de Senga Nengudi y Maren Hassinger en torno a la danza, la escultura y la ‘performance’

  • La exposición muestra cinco décadas de colaboraciones y diálogos constantes entre las dos artistas afroamericanas

El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) inaugura la exposición ‘Senga Nengudi y Maren Hassinger’, que explora a través de más de 30 obras la relación vital y artística de estas dos mujeres afroamericanas a lo largo de cinco décadas.

La secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar, ha destacado durante la presentación que esta exposición “permite profundizar en la práctica artística de dos artistas fundamentales que desarrollan un interesante trabajo de forma conjunta, que comparten sensaciones y formas de entender el arte”.

Por su parte, la directora del IVAM, Blanca de la Torre, ha explicado que esta muestra “es una de las más importantes a nivel europeo sobre el trabajo de Senga Nengudi (Chicago, 1943) y Maren Hassinger (Los Ángeles, 1947) en los territorios de la ‘performance’, la instalación y la escultura”.

Este trabajo se originó en la década de los setenta cuando eran miembros de Studio Z en Los Ángeles, un colectivo espontáneo de creadores que se originó en los años setenta “con el objetivo de crear un espacio en el que los artistas afroamericanos pudieran expresarse libremente y prestarse apoyo mutuo”, ha señalado.

Comisariada por Lucia Aspesi y Nuria Enguita, la exposición reúne vídeos, esculturas, instalaciones, fotografías y textos que datan de 1969 a 2014 de ambas artistas. “Estuvieron activas entre Los Ángeles y Nueva York hasta los años ochenta y después continuaron su amistad a través de cartas, llamadas o encuentros”, ha apuntado Aspesi.

A pesar de partir de distintos posicionamientos estéticos -Nengudi vinculada al dadaísmo y el surrealismo, y Hassinger cercana al minimalismo y posminimalismo- ambas compartieron intereses comunes en torno a la danza, la dimensión performativa del cuerpo y la exploración conceptual de los objetos escultóricos. “Sus trabajos están atravesados por su vínculo personal”, ha destacado la directora del IVAM.

Un recorrido a través de cinco ámbitos

La comisaria Lucia Aspesi ha relatado que la exposición no sigue un orden cronológico y se articula en un recorrido a través de cinco ámbitos. El punto de partida son dos textos breves escritos por las artistas en el año 2000 que sirven de preámbulo a la muestra: ‘Manifiesto’ de Maren Hassinger y ‘Maren y yo’ de Senga Nengudi. A partir de ahí se despliega un amplio corpus de obras que denotan las influencias de la una sobre la otra, sus colaboraciones y sus intereses mutuos.

Pioneras en el uso de objetos encontrados, mientras que Maren Hassinger desarrolló una escultura posminimalista en la que conviven materiales naturales —ramas, hojas— con elementos industriales —cables, cemento, metales—, Senga Nengudi centró su trabajo en la interrelación entre cuerpo, objeto y espacio. Son célebres sus instalaciones de medias de nailon rellenas de arena, iniciadas tras el nacimiento de su primer hijo.

La comisaria ha subrayado que la relación entre performance y escultura característica de Nengudi le llevó a interesarse por la tradición japonesa del teatro No y las danzas kabuki, así como las danzas rituales negras, las ceremonias yorubas y otras prácticas ritualísticas corporales.

“La idea de performance impregna el trabajo de ambas artistas desde el principio. De hecho, las dos tiene interés y formación en danza y es a partir de estas raíces que empezaron a comprometerse con la materia”, ha detallado.

La muestra también explora el interés de las artistas por “formatos colaborativos”. Ambas fueron coautoras y aparecieron en las performances de cada una en numerosas ocasiones, además de ser miembros de Studio Z. Junto a las obras de Senga y Maren la exposición reproduce vídeos de Barbara McCollough y Ulysses Jenkins – dos cineastas cercanas a ellas – que documentan formas de acciones colaborativas de los años 70 y 80.

En palabras de Blanca de la Torre, “Senga Nengudi y Maren Hassinger desarrollaron sus trayectorias artísticas mientras enfrentaban la complejidad de ser mujeres (y racializadas), madres, cuidadoras y artistas en un contexto sociohistórico especialmente adverso. Esas prácticas de resiliencia cultural son las que recoge el IVAM para hacerlas visibles, pues el museo ha de crear espacios en los que dar cabida a otros relatos y otras voces que han sido, históricamente, relegadas”, ha concluido.

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