Con motivo del 75º aniversario de la proclamación del dogma de la Asunción, la villa de Biar, en la provincia de Alicante, celebra una tradición que se extiende a lo largo de casi 750 años: su profunda devoción a la Virgen de la Asunción, patrona y protectora del pueblo desde el siglo XIII.
Más que una simple festividad religiosa, esta advocación mariana es el pilar sobre el que se ha construido gran parte de la identidad cultural y patrimonial de la localidad.
Orígenes de una Devoción Inmemorial
La historia de la Asunción en Biar se remonta a 1280, año en el que la parroquia local se puso bajo su protección, convirtiéndose en la advocación mariana más antigua de la villa. El rey Fernando el Católico dio un paso crucial en 1494 al aprobar los capítulos de la Cofradía de la Asunción. Esta cofradía, la primera de su tipo documentada en la localidad, se encargó de organizar la procesión del 15 de agosto y otras festividades en honor a la Virgen, sentando las bases de las celebraciones que han perdurado hasta hoy.
La Evolución de la Fe a Través del Arte y el Teatro
A lo largo de los siglos, la devoción a la Virgen de la Asunción se enriqueció con expresiones artísticas y culturales. En 1520, la fachada de la parroquia fue adornada con un motivo de la Asunción de la Virgen María a los cielos, un testimonio visible y duradero de la fe del pueblo. Unos años más tarde, en 1581, se produjo un evento de gran importancia: se solicitó que se representara una versión de «El Misteri d’Elx», el drama sacro-lírico que escenifica la Asunción. El propósito era claro: permitir que todo el pueblo, sin importar su condición social, pudiera comprender el profundo significado de la fiesta.
Ritos y Tradiciones que Perduraron
El siglo XVII trajo consigo rituales que aún resuenan en la memoria colectiva. Surgió la tradición de montar una «cama con dosel» para la imagen de la Dormición de la Virgen, una figura que se cree está resguardada en un antiguo arcón. El fervor se manifestaba también a través de las salves cantadas con el órgano en honor a la Virgen, que culminaban el 22 de agosto con una procesión que llevaba la imagen hasta la casa abadía, un recorrido de profundo simbolismo para los fieles.
En 1739, las ceremonias adquirieron un carácter más formal. Se estableció que la imagen de la Virgen sería llevada en procesión por los sacerdotes bajo un palio, sostenido por los «consellers» o concejales, siguiendo el mismo recorrido que la procesión del Corpus Christi. Estas festividades se costeaban con donaciones, y como muestra de caridad, se corría un toro cuya carne era luego distribuida entre los más necesitados, fusionando lo sagrado con la tradición comunitaria.
La historia de la Virgen de la Asunción en Biar es un recordatorio de cómo la fe y la tradición se entrelazan para formar el tejido de una comunidad, un legado que hoy, a 75 años de la proclamación del dogma, sigue tan vivo como en sus orígenes.