La Capilla Sixtina, lista para el trascendental Cónclave que elegirá al nuevo Pontífice

Las imágenes difundidas por los medios vaticanos no dejan lugar a dudas: la majestuosa Capilla Sixtina ya se encuentra inmaculada y dispuesta para acoger a los cardenales electores que, a partir de mañana, 7 de mayo, se reunirán en un ambiente de recogimiento y oración para elegir al 267.º Sucesor de San Pedro. Paralelamente, la emblemática «Sala de las Lágrimas» también ha sido acondicionada, aguardando el momento en que el Papa recién elegido vestirá por primera vez la inmaculada sotana blanca.

A escasas horas del inicio de este cónclave, un evento que concita la atención del mundo entero, la Capilla Sixtina se erige como el epicentro de un rito ancestral que entrelaza tradición, profunda espiritualidad y una meticulosa organización logística.

La Sixtina: un crisol de arte y fe que interpela al alma

Más allá de su función como escenario ceremonial, la Capilla Sixtina se presenta como un testimonio palpable del diálogo perenne entre la humanidad y lo divino. Su arquitectura renacentista, concebida por Baccio Pontelli y enriquecida por el talento de maestros de la talla de Botticelli, Perugino y Ghirlandaio, culmina en las sobrecogedoras obras maestras de Miguel Ángel: la imponente bóveda (1508-1512) y el dramático Juicio Universal (1536-1541). Esta sinfonía de formas, luces y colores ha sido objeto de una esmerada restauración, recuperando la viveza original de sus pigmentos y permitiendo a los electores, inmersos en su contemplación, sentir la trascendental dimensión de su crucial misión.

Cada fresco, desde la sublime Creación de Adán hasta la Separación de la luz de las tinieblas, invita a una reflexión profunda, situando a los cardenales bajo la mirada simbólica de Dios en el instante decisivo de la elección pontificia.

Un engranaje invisible que hace posible lo extraordinario

No obstante, tras esta atmósfera de recogimiento espiritual subyace un extraordinario esfuerzo técnico y humano. La Dirección de Infraestructuras y Servicios de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano ha coordinado, una vez más, los complejos preparativos que aseguran el desarrollo del Cónclave en condiciones óptimas de sobriedad y funcionalidad.

Según detalló el ingeniero Silvio Screpanti al portal oficial del Vaticano, la puesta a punto de la Capilla y la preparación de los alojamientos para los más de 130 cardenales electores ha requerido la dedicación de más de 60 trabajadores, incluyendo personal interno y apoyo externo: carpinteros, electricistas, montadores, técnicos de climatización, herreros, floristas y personal de limpieza.

La labor abarca desde la instalación de la icónica estufa, testigo silencioso de las votaciones a través de sus fumatas, hasta el sellado meticuloso de los accesos al perímetro del Cónclave, pasando por la adecuación de más de 200 habitaciones en edificios como la Domus Sanctae Marthae y la antigua Casa Marta. La complejidad logística se ha incrementado este año debido a la elevada participación, exigiendo nuevas disposiciones y ajustes estructurales.

Una capilla transformada con precisión y discreción

En un lapso de apenas una semana, los técnicos desactivaron los delicados sensores instalados para la preservación de los frescos, construyeron un suelo técnico elevado que nivela el original pavimento cosmatesco y ensamblaron las mesas y sillas ceremoniales, todas ellas cuidadosamente revestidas con tejidos de la Florería vaticana. Paralelamente, se llevó a cabo una revisión exhaustiva de los sistemas eléctricos y de climatización, tanto en la Sixtina como en las residencias de los cardenales.

Durante el Cónclave, permanecerán dentro del perímetro sellado al menos 12 personas (electricistas, técnicos de climatización y floristas), quienes han prestado juramento de confidencialidad y trabajarán sin contacto con el exterior. Este equipo combina la experiencia de veteranos que participaron en cónclaves anteriores con la energía de jóvenes técnicos que recogen el legado de esta tradición única.

El corazón del misterio: la liturgia del Cónclave

Todo estará dispuesto para que, en la mañana del 7 de mayo, dé comienzo la solemne Misa Pro eligendo Pontifice en la Basílica de San Pedro. Al concluir la ceremonia, los cardenales electores ingresarán en procesión a la Capilla Sixtina. Una vez pronunciado el trascendental «Extra omnes» (es decir, «Todos fuera»), el Cónclave quedará oficialmente inaugurado. Las votaciones se desarrollarán en turnos de mañana y tarde, bajo estrictas normas de secreto. Se requerirá una mayoría de dos tercios para que la elección sea considerada válida, tal como lo establece la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II, actualizada posteriormente por Benedicto XVI.

Cuando finalmente se alcance el consenso, se procederá a la tradicional quema de las papeletas. Si la elección ha sido exitosa, una columna de humo blanco ascenderá hacia el cielo, anunciando al mundo la elección de un nuevo Papa. Detrás de este símbolo ancestral se encuentra también la precisión técnica: un operario permanecerá vigilante junto a la estufa, en una sala adyacente, preparado para intervenir ante cualquier eventualidad, con acceso remoto al sistema de emisión de humo, que en la actualidad se gestiona electrónicamente.

Un momento culminante: la aceptación y la presentación al mundo

Tras la aceptación del cardenal electo y su respuesta sobre el nombre pontificio que adoptará, el nuevo Papa se retirará a la «Sala de las Lágrimas» para revestirse por primera vez con la inmaculada sotana blanca. En la intimidad de este espacio cargado de historia, numerosos Pontífices han derramado lágrimas al asumir el inmenso peso espiritual de su nueva misión.

Minutos después, ante una Plaza de San Pedro expectante, el cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, pronunciará el histórico Habemus Papam. Acto seguido, el nuevo Pontífice impartirá su primera bendición Urbi et Orbi, es decir, a la ciudad de Roma y al mundo entero.

Sobriedad, belleza y devoción en una maquinaria perfecta

La meticulosa preparación del Cónclave 2025 constituye una manifestación silenciosa pero elocuente del profundo compromiso del Vaticano con la dignidad de sus ritos. En palabras del ingeniero Screpanti, «es emocionante presenciar la dedicación con la que cada compañero desempeña su tarea; todos somos conscientes de que la Iglesia se muestra al mundo en este momento crucial, y deseamos contribuir con profesionalismo y respeto a esa imagen de sobriedad y eficacia que la ocasión demanda».

En el corazón de la Capilla Sixtina, donde el arte alcanza su máxima expresión y la fe se adentra en el misterio, todo está dispuesto para que el Espíritu Santo guíe una vez más la elección del sucesor de Pedro. El mundo aguarda con expectación el humo blanco que anunciará un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica.

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