Nunca pudimos imaginar que un ministro español pidiese perdón a la presidenta de Méjico por las molestias causadas durante la conquista llevada a cabo hace 500 años.
Y es que, para estos majaderos, la idiotez no tiene límites.
Es como si el Papa nos hiciese responsables de lo de Adán y Eva. Es como si Moreno Bonilla tuviese que pedirle perdón a Mohamed VI por haber hecho llorar a Boabdil en Granada.
Recordemos…
La invasión inglesa que determinó el indeleble sello de la cultura anglosajona sobre EEUU y Canadá, nada tuvo que ver con el descubrimiento que protagonizaron los españoles del Nuevo Mundo, sin embargo, Carlos III no pide perdón a Trump por los excesos cometidos, mientras que Albares sí se ve obligado no sé con qué intención.
Si al menos lo hubiese hecho a título personal… Pero hacerlo en nombre de todos los españoles tiene su gracia, máxime cuando los ciudadanos españoles y mejicanos disfrutamos de la doble nacionalidad.
La actitud de ambos países no fue la misma, ni la intención tampoco.
Los británicos fueron con la idea preconcebida de dar rienda suelta a un feroz imperialismo sobre tierras ya descubiertas, mientras que los españoles buscaron nuevos territorios que añadir a la Corona de Isabel y Fernando, para de inmediato transmitirle la Cultura de un país civilizado.
Los ingleses acogiéndose a su instinto de corsarios se anexionaron enormes fuentes de riquezas, y los españoles buscaron el dominio para hacer una España más grande dónde no sé ponía el Sol.
EEUU y Canadá conservan el característico sello anglosajón, siendo más precisos, escoceses, irlandeses, galeses y en menor medida franceses.
La invasión de países norteamericanos fue consecuencia de un desmedido afán de riqueza con el menor esfuerzo posible, siendo que al final los británicos sacaron el instinto propio de los piratas del Caribe.
En estos momentos, Europa, y España como integrante de la misma, están perdiendo su identidad social, cultural y económica, para aparecer con una concepción social absolutamente diferente gracias a la sublime idiotez que nos caracteriza de aceptar ser unos bárbaros bandoleros sin escrúpulos, cuando por el contrario fuimos nosotros cien veces invadidos y conquistados.
Hay cumplidas diferencias, los españoles siempre hicimos gala de ser unos irredentos quijotes, mientras que los franceses son unos convencidos chauvinistas, los ingleses están empapados de su esencia conservadora anglosajona y los alemanes de ser unos cuadriculados a toda prueba en cuanto a su alcanforada pureza de raza.
El panolis del ministro seguirá pidiendo perdón a todos los países americanos y los países de la Commonwealth se sentirán muy honrados por su dependencia británica, sumisión a la Corona y mayordomía del Imperio.
Lo de Albares, sin lugar a dudas le habrá encantado a Moctezuma y dejada cara de bobo a Hernán Cortés.
Si a este que suscribe se le ocurriese pedirle perdón a un italiano por la conquista de César Augusto pediría cita a un psicólogo.


















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