El pasado martes, 2 de septiembre, fue un día de esos que se quedan grabados en el alma. En El Toboso, la consagración de la nueva parroquia se convirtió en un acto de fe profundo y lleno de gracia. Pero más allá de la solemnidad del rito, fue un reencuentro que nos recordó el valor de la comunión y la amistad que nace en la Iglesia.
Para mí, fue un momento de muchísima emoción. Allí, por fin, pude despedirme de Don Francisco, ese siervo de Dios que fue mi último párroco y que tanto nos marcó. Esas despedidas que se quedan pendientes duelen en el alma, y poder darle un abrazo en su nueva casa fue como cerrar un capítulo con la bendición del Señor.
Después de la misa, con el corazón rebosando de gozo, compartimos un pequeño convite. Fue el broche de oro para una jornada de fe y fraternidad, un momento para compartir el pan y las risas, mientras recordábamos los años compartidos y le deseábamos lo mejor en su nueva misión. Se notaba en el ambiente esa mezcla de alegría por verle feliz y una pizca de nostalgia santa por los buenos tiempos.
Y sí, al ver la foto de la despedida, se me encoge de nuevo el corazón. Fue un día precioso, de esos que te recuerdan lo importante que son las personas en nuestras vidas y cómo nuestra fe se construye también a través de estos momentos tan humanos y entrañables.
La gracia de Dios en lo cotidiano
Recordando estos días de tanto sentimiento, me vino a la memoria una anécdota que nuestro propio Don Francisco compartió conmigo. Me pasó unas fotos, un tanto curiosas, de cuando le tocó salir del concesionario. Esas imágenes, fuera del contexto habitual de la parroquia, nos muestran otra faceta más cercana y cotidiana de nuestro querido párroco, recordándonos que la gracia de Dios se manifiesta incluso en los momentos más sencillos de la vida.
Para quienes quieran sentir de cerca la devoción de aquel día, compartimos los videos de la consagración que capturan la belleza y la solemnidad de la ceremonia. Son un testimonio precioso de cómo la comunidad se unió en oración para celebrar este nuevo comienzo, unidos por la fe en el Señor.