Biar conmemora el 75º aniversario de la proclamación del Dogma de la Asunción de la Virgen María con un tributo especial a uno de sus tesoros más preciados: la portada renacentista de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Este monumento, catalogado como una de las joyas del Renacimiento valenciano y murciano, es un testimonio vivo de la fe, el arte y la historia que se entrelazan en la villa.
La portada es un ejemplo de la transición artística del Gótico al Renacimiento, que dejó atrás la oscuridad medieval para abrazar la luz y el humanismo de una nueva era. A pesar del paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas, su esplendor sigue cautivando a historiadores y visitantes, generando debates sobre su autoría y origen.

Un Enigma Artístico y un Tesoro Histórico
Documentos recientemente encontrados por el archivero municipal Cristóbal Payá y publicados en la revista de las fiestas de Biar de 2013, junto a José Antonio Huesca Tortosa, han arrojado nueva luz sobre la construcción de esta joya. Si bien se creía que su construcción comenzó en 1519, un acuerdo del Consell de la villa de Biar, fechado en febrero de 1520, sugiere que la obra continuó en años posteriores. Se encargó al picapedrero Guillem Alemany, basándose en un diseño del mestre Pere Sanz, comenzar el trabajo el 29 de septiembre de 1519.
A lo largo de la historia, la portada ha sido objeto de estudio y admiración por parte de eminentes figuras del arte:
- El historiador y cronista Viciana la describió en el siglo XVI como «obra muy sutil y bien acabada y de las mejores portadas de Iglesia del Reino».
- Elías Tormo, reconocido historiador del arte, la consideró «la más bella creación del arte del Renacimiento en el Reino de Valencia».
- Juan Bassegoda Nonell, en una carta de 1975, sugirió que la obra pudo ser de Francisco Florentín, artista contratado por el obispo de Cartagena para el campanario de la catedral de Murcia. Bassegoda incluso vio en el escudo del tímpano una conexión directa con el cabildo de Murcia.
El estilo de la portada es un fascinante crisol de influencias. Combina los relieves góticos con un aire renacentista en su estructura de «arco triunfal», ornamentación que recuerda al taller de Domenico Ghirlandaio y una iconografía medievalista. Esta amalgama de estilos refleja la efervescencia cultural del Renacimiento español, que se nutría de las corrientes italianas, murcianas y flamencas.
La Asunción de la Virgen: Tema y Contexto
El tímpano de la portada no es solo una obra de arte, sino un manifiesto de fe. Representa la Exaltación de María en el Misterio de la Asunción en cuerpo y alma, un homenaje a la Virgen como madre física de Jesucristo. Este tema central, enmarcado por arquivoltas abocinadas, se sitúa en un contexto de profundos cambios y conflictos, como las Germanías, que tuvieron un impacto significativo en Biar.
La creación de esta obra, que coincidió con la batalla de Biar de 1521, no pudo haberse llevado a cabo sin la visión de un mecenas culto y humanista, gran conocedor de la Biblia y las tradiciones locales. Su propósito era claro: transmitir la fe de una manera tangible y conmovedora.
Lamentablemente, el paso del tiempo y una piedra de calidad deficiente han provocado un deterioro visible. A pesar de los esfuerzos de restauración tardíos en los años 70 y 80, la portada sufre una «enfermedad crónica». La balaustrada, la Coronación y el pelícano han sido recompuestos, y el parteluz original fue eliminado en 1853 para dar paso a la puerta actual, con su capitel conservado en el Museo Municipal de Biar. El jarrón con azucenas, símbolo de la virginidad de María o del escudo del cabildo de la catedral de Murcia, adorna la composición, reforzando las conexiones artísticas y religiosas de la obra.
La portada de Biar es un ejemplo de cómo la historia, el arte y la fe se fusionan en un monumento único. Al celebrar el 75º aniversario de la proclamación del dogma de la Asunción, recordamos la importancia de esta obra como testimonio de la devoción mariana y como pieza clave en la historia del arte español. Es imperativo que esta joya reciba la atención y el cuidado que merece, elevándola al lugar que le corresponde en el canon artístico.