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La opacidad política que asfixia a Cuenca

La transparencia no debería ser un lujo en democracia, sino un deber. Sin embargo, en Cuenca seguimos padeciendo un muro de opacidad institucional que erosiona la confianza ciudadana. El ejemplo más reciente lo encontramos en la tramitación de los Presupuestos 2025: 65,9 millones de euros aprobados casi de puntillas, con documentación difícilmente accesible y con un portal de transparencia que, aunque existe, sigue siendo más escaparate que herramienta real de control ciudadano.

 

El Ayuntamiento cuenta con una ordenanza de transparencia, sí. Incluso se cuelgan documentos PDF en su web. Pero ¿de qué sirve si la información llega tarde, de manera incompleta o en formatos poco útiles para un análisis ciudadano? La opacidad no siempre se mide por lo que se oculta, sino por la forma en que se presenta lo que se publica. Y hoy la información municipal en Cuenca se parece demasiado a un archivo polvoriento más que a una ventana abierta a la rendición de cuentas.

Mientras tanto, la provincia ofrece señales preocupantes: el caso de Tarancón, calificado oficialmente como “estructura opaca”, o los expedientes abiertos por el Consejo Regional de Transparencia. No son anécdotas, sino síntomas de una cultura política que todavía considera la información pública como patrimonio del poder y no como derecho de la ciudadanía.

Las consecuencias son graves: sin datos claros no hay control social, sin control social florecen el clientelismo y la sospecha de corrupción. Y sin confianza ciudadana no hay democracia local que aguante. Resulta paradójico que, mientras se impulsan presupuestos participativos para dar voz a los vecinos, la información básica sobre contratos, convenios o ejecución presupuestaria siga siendo un laberinto.

La solución no es compleja, pero sí exige voluntad: publicar contratos y facturas en formatos abiertos, garantizar la actualización inmediata de los datos, abrir las actas de plenos y comisiones al escrutinio público, y someter la gestión municipal a auditorías externas. No son favores, son obligaciones legales y éticas.

Cuenca no puede permitirse seguir alimentando la desafección ciudadana. La transparencia no es una bandera partidista, es el cimiento mínimo de la democracia local. Y mientras ese pilar siga agrietado, cada euro gastado, cada contrato adjudicado y cada decisión tomada seguirán envueltos en una sombra que ya no podemos tolerar.

Juan Andres Buedo García

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Tags: Opinión

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