No es un problema, es un humano

Vaga por los pasillos, con la mirada perdida, entrando en las habitaciones de otros residentes. Balbucea palabras inconexas, mientras babea por su boca. A veces parece un gráfico de videojuego, incapaz de apartarse de un obstáculo, que siendo pequeño arrastra.

Otras veces micciona por los rincones, o defeca en cualquier lugar, caminando con sus manos manchadas. Casi siempre desnudo.

Entra en las habitaciones, abre los grifos, se tumba en las camas, estén vacías, ocupadas; rígido, con fuerza en el agarre, pero si se cae, o se tumba en el suelo, es incapaz de levantarse.

Está atrapado en una enfermedad que impide ejercer como persona, pero su humanidad ahí permanece, esa humanidad que las circunstancias que provoca su enfermedad, es ignorada considerándose como un problema irresoluble que desean hacer desaparecer.

En una persona humana a la que se encierra, inicialmente, en la habitación, aunque no está permitido por la normativa, debido a la escasez de recursos para personas con «problemas de conducta» como sufre esta persona, que entre la enfermedad y la medicación no logra comunicarse adecuadamente. Creando una imagen grotesca de quien fue.

Esta imagen, y el recurso inadecuado donde permanece, con personal no adecuadamente formado, y debiendo necesitar de una persona permanente, para evitar dañarse y dañar a otras personas, es la base mental de considerar a una persona como problema.

Y esto hace que se imponga una exigencia desde la dirección, hacia el personal que cuida a los residentes, de asumir las consecuencias de una decisión irregular, como es cerrar la habitación con llave. Una decisión no registrada en ningún documento, y según comunican, con el beneplácito de bienestar social, siendo el único control, en el turno de noche, pues en la mañana y tarde no se le encierra, de cada media hora pasar a verle para ver como está. No considerando que hay que atender al resto de las personas. Y disgustándose por exigir un documento que exima de responsabilidad al personal.

Puesto que, si se detecta que le pasó algún percance grave, encerrado, con una cerradura que no funciona adecuadamente, ¿Quién serían considerados responsables? No existiendo ningún documento de la orden.

Y se puede decir que te niegas, pero la respuesta, con una dirección autoritaria, que no le gusta que se le cuestionen, y capaz de faltar el respeto, con actitudes broncas, sabiendo que buscarían las vueltas para ser despedidos, en una zona donde el trabajo no abunda.

Sí fue la decisión de unas personas que no empatizaron con el personal que cuida a las personas de la residencia. Decisión tomada, según informan, por todo el cuadro técnico de la misma.

Pero la historia no finaliza con esto, sino que los geriatras del hospital indicaron se la pusiera un cinturón unas barandillas, en la cama, para evitar las situaciones anteriormente descritas. Y así se hizo.

¿Por qué no se planteó esta solución anteriormente? Pues se sospecha que, por considerarse una residencia libre de sujeciones, físicas y químicas, lo que es impensable, para acceder al sello de calidad, ofrecer esta situación, porque, de ser cierto, volvemos a considerar a todo el personal residente como iguales, y no con sus particularidades, y creando situaciones de injusticia, no cubriendo sus necesidades.

Esto supone que la imposición del principio de no sujeción, no atiende a las particularidades de las personas, y expone a peligros a ciertos pacientes, que si sería conveniente algún tipo de sujeción para prevenir situaciones de riesgo, como la actual.

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Tags: Opinión

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