¿Se acuerdan del derecho de ir sola y borracha por la calle de madrugada?

Todos los que nos sentimos libres, los que somos independientes, los que aborrecemos la esclavitud, los que carecemos de amos ideológicos, ni obedecemos a líderes espirituales, o jefes de tribus urbanas o rurales, todos nosotros ya podemos, sin temor a equivocarnos, mostrar nuestra más absoluta repugnancia por los nuevos y eternos intoxicadores, incluyo también el femenino, que han  dinamitado los valores  de una sociedad milenaria, y que ha sido extrañamente abducida por los propagadores de una inmoralidad degradante hasta generar la indigencia intelectual.

Ya no necesitamos ningún tiempo para digerir aquel decadente y vergonzante grito pseudo feminista que pretendía ser el baluarte de la defensa del libertinaje, la decadencia y podredumbre del Género Humano, confundiéndolo con la supuesta libertad de género y la igualdad total, incluida la sexual.

Aquel grito desgarrado de unas activistas de pacotilla, de vocerío arrabalero, que lejos de promover libertades, atentan contra la moral, los valores, la seguridad y la excelencia.

¿Se acuerdan? Poder recorrer las calles de madrugada solas y borrachas… Tenía que ser solas y borrachas, no serenas, conscientes, libres de cualquier exceso y acompañadas si así lo desean.

A lo largo de nuestra vida y en nuestro habitual

entorno familiar, social y laboral, siempre nos encontramos con mujeres, perfectamente liberadas, formadas, capacitadas e independientes.

Incluso podríamos asegurar, que a lo largo de nuestra vida laboral tuvimos mujeres superiores en rango, capacidad y titulación a nosotros, constituyendo esto un hecho natural, normal y habitual en el entorno que nos tocó vivir, “fuera la época que fuera”.

A estas alturas los ciudadanos de distinto sexo, mujeres y hombres, conocemos estos peligros y no nos emborrachamos porque sabemos que el alcohol mata por sí solo y más unido a los depravados energúmenos que se encuentran siempre al acecho como depredadores encubiertos por las sombras.

Qué manía tienen estos universitarios de asambleas comunistoides, eternos estudiantes, vacíos de curriculum laborales y de pagos a la Seguridad Social de añadir a todos los problemas existentes, los obligados ingredientes de sexo, alcohol, libertinaje y excesos. ¡Qué obsesión!

Dan la sensación que habiendo sido reprimidos sus apetitos, pisoteados sus derechos, humillados en los campus y lesionadas sus libertades, ahora exhiben todo tipo de excentricidades, atrevimientos y desvergüenzas.

Son tan elementales, tan primitivos y huecos intelectuales, que creen que el feminismo alcanza sus legítimas reivindicaciones, tiñéndose el pelo de morado, quedarse en sujetador en público, pasarse el día de tamborrada, insultando a los hombres, mearse en las puertas de las catedrales, o gritando como energúmenas.

Estas, que se creyeron en pleno siglo XXI las líderes de todos los movimientos confundieron todo, poniendo todos patas arriba para al final mostrar sus miserias…

Ahí nos han quedado sus obras maestras, sus logros maravillosos con leyes como El sí es sí, Trans, LGTBI, Igualdad, alcanzando todo lo contrario de lo en realidad pretendía la sociedad… Y al “amparo” de esas leyes, los sádicos, los energúmenos, los asesinos, las bestias y los psicópatas seguirán matando impunemente, con penas reducidas con pseudo derechos que lesionan a la inmensa mayoría de la sociedad…

Y como muestra de los logros maravillosos, las historias esperpénticas de los hombres que se sienten mujeres o viceversa, según les beneficie la situación en la que se encuentren.

Y que a esto le llamen progresismo… Sabrán estos lo que es ser y sentirse progresista.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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