Ningún político, diputado o representante del pueblo le debe tanto a la democracia en España como a Clara Campoamor. Le debemos el “sufragio universal”, algo que ahora vemos como normal y deseable, pero que para hacerse verdad tuvieron las mujeres que conquistar los mismos derechos electorales que los hombres.
Trabajosa tarea que ha costado en casi todos los países las energías de varias generaciones de mujeres y de hombres amigos de la igualdad. En el nuestro, se consiguió de golpe, sin aparente esfuerzo, porque el esfuerzo lo hizo una persona sola: Clara Campoamor
Siendo hoy 1 de octubre, el día que se consiguió el Sufragio Universal en España, os voy a contar una historia donde se relata como tuvo que huir Clara Campoamor en un barco nazi escapando de extremistas de izquierdas y derechas.
Habíamos conocido en directo el fanatismo de izquierdas. Íbamos a encararnos ahora al fanatismo de derechas.”
Clara Campoamor
Breve reseña histórica:
Su vida
Nació el 12 de febrero de 1888 en una familia humilde de Madrid. Su padre, Manuel Campoamor Martínez, había nacido en Santoña y era contable. Su madre, Pilar Rodríguez Martínez, era modista, tuvieron tres hijos y sobrevivieron dos, Clara e Ignacio. Cuando el padre murió, Pilar tuvo que sacar a todos adelante con su trabajo. A los 21 años hizo oposiciones para auxiliar del Cuerpo de Correos y Telégrafos. Las ganó y empezó a trabajar en 1910. En 1914 hace oposiciones para profesora de adultas en el Ministerio de Instrucción Pública. En 1920, cumplidos ya los 32, empieza una vida nueva: se matricula como alumna de Bachillerato, que termina en dos años, y a continuación en la Facultad de Derecho, concluyendo la carrera en otros dos. Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y la Academia de Jurisprudencia, defendiendo siempre la igualdad de la mujer y la libertad política.
En 1931, la mujer podía ser elegida, pero no electora (no podía votar). Y Clara Campoamor salió diputada en las listas del Partido Radical, al que se afilió.
La lucha por conseguir la igualdad de la mujer
Formó parte de la Comisión Constitucional, de 21 diputados, y allí peleó por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad legal de los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, generalmente llamado voto femenino. Todo lo consiguió menos el voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento. Y allí es donde Clara Campoamor se ganó un puesto imperecedero en la memoria de la libertad española.
El 1 de octubre de 1931 la izquierda, con excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no quería que la mujer votase porque se suponía que estaba más influida por la Iglesia e iba a favorecer a las derechas. Estas tampoco lo querían, pero lo apoyaban porque creían que les podía favorecer. Entonces, el partido Radical Socialista puso frente a Clara a la otra diputada, Victoria Kent, para negar el voto de la mujer aplazando sine die. El debate fue extraordinario y Clara Campoamor arrolló. Pero no tenía mayoría. La consiguió con el apoyo de la minoría derechista, la mayoría del PSOE y algunos republicanos. Cuando en el 33 la CEDA ganó las elecciones y Lerroux formó gobierno, sin ellos y con ellos, toda la izquierda le echó la culpa de su derrota a Clara Campoamor. Fue su muerte política.
Dos afiliadas pasearon en alto su bola negra, jactándose de la venganza. No entró en las listas del Frente Popular, que ganó por una mayoría más amplia que la derecha en 1933 y, evidentemente, con el voto femenino. Nadie le pidió disculpas. Escribió entonces, y publicó en mayo de 1935, Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, testimonio de sus luchas parlamentarias y uno de los libros políticos más admirables y menos divulgados del siglo XX español. La guerra la pilló por sorpresa y huyó de Madrid temiendo que la pasearan sus republicanos. Y aquí empieza nuestra historia.
La salida de Madrid
Tras producirse el golpe militar de julio de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil, el fracaso de este en ciudades como Madrid provocaría que muchos residentes en la ciudad entendieran que su integridad física peligraba, lo que llevó a muchos, como a Clara Campoamor, a intentar abandonar la ciudad, ya que la perseguían tanto los extremistas de izquierdas como los extremistas de derechas.
En la mayoría de los casos se buscaba refugio en las embajadas y otros lugares bajo protección diplomática. Entre las embajadas que protegieron a estos refugiados, se encontraban las de países que apoyaban claramente a los sublevados, como Alemania.
Imágenes de refugiados en la embajada alemana en Madrid (Otto Wunderlich)
Una vez que dejaron salir a los alemanes refugiados en su embajada, estos partieron hacia Alicante, donde pretendían embarcar en buques para huir de la guerra que imperaba en ese momento. Uno de esos refugiados fue Otto Wunderlich, prestigioso fotógrafo que dejó impronta de este viaje.
Y es aquí donde Clara Campoamor, acompañada de su madre y una sobrina deciden irse de Madrid a principios del mes de septiembre, tal como ella misma cuenta en su libro La revolución española vista por una republicana, recientemente publicado por Renacimiento, ante la anarquía reinante en la capital de la República, según sus propias palabras, “la impotencia del gobierno y la absoluta falta de seguridad personal, incluso para los liberales, o quizás sobre todo para ellos”, entre los que ella estaba.
Quiso salir de España por el puerto de Alicante en un barco argentino, En lugar de argentino, el barco donde tendría que huir sería a la postre de bandera alemana, el “Baden” porque, en el último momento, “órdenes del gobierno español nos lo impidieron”, sin que la autora especifique cuáles.
El viaje en Barco nazi desde Alicante
El Baden fue botado el 25 de febrero de 1922 como barco de pasajeros, desplazaba 8.803 toneladas, de 148 metros de eslora y 17,7 de manga alcanzaba una velocidad de 13 nudos. Tenía capacidad de 17 pasajeros en primera clase y 744 en tercera.
En el periódico de Alicante “El Día”, en cuya cabecera aparece como “Diario portavoz de los pueblos de Alicante”, en su edición del lunes 17 de agosto de 1936 aparece información sobre los barcos que se encontraban en el puerto el día anterior, y en el listado aparecen el “vapor alemán «Baden»”, el “acorazado alemán «Admiral Scheer»”, pero no así el H37 Garland, en su lugar figura el “destroyer inglés H-30 «Beagle»”. También se indica en la noticia que se encuentran en el puerto el destroyer francés Cassard, el Destroyer portugués Douro, el crucero italiano Fiune y el acorazado norteamericano Quincy, lo que nos lleva a pensar que había más países implicados en la operación. Es posible que además de que los alemanes abandonaran el país, ciudadanos de otras nacionalidades lo hicieran ese mismo día, y que las negociaciones para la evacuación implicaran a otras naciones, de ahí la presencia de esos buques de guerra en Alicante. La diferencia de matrículas del buque británico, probablemente producida por un cambio de última hora o un error en la información facilitada al puerto.
El fanatismo de izquierdas y derechas
Huyendo del fanatismo de izquierdas y obligada a escondidas a huir en un barco de origen nazi, conoció el fanatismos de un grupo de falangistas que viajaba en el buque alemán rumbo a la Italia fascista, dispuestos, según Clara Campoamor, no solo a terminar con su vida, sino a dar aviso de la amenaza de su anciana madre y a la niña que la acompañaba, por lo que la travesía se hizo especialmente desasosegante. Afortunadamente, el capitán del barco Max Schaefer impidió el crimen. No obstante, al llegar a Génova fue denunciada por los susodichos españoles ante las autoridades fascistas italianas.
Según relata ella misma pudo leer en una publicación del periódico carlista de Pamplona El Pensamiento Navarro, esta declaración de lo ocurrido desde el punto de vista de uno de los falangistas:
“Nos enteramos de que Clara Campoamor estaba a bordo del barco…Aquella misma noche, otros cuatro falangistas y yo mismo decidimos echarla por la borda, pero habiendo consultado al capitán del barco éste nos hizo renunciar a nuestro proyecto que podía tener molestas consecuencias para él. Buscamos entonces lo que podríamos hacer para no dejar sin sangriento castigo a la introductora del divorcio en España, y nos resolvimos a mandar un radiograma a Génova para alertar al comité español fascista y a la policía italiana…Al llegar a Génova la policía subió a bordo para buscar a Clara Campoamor y conducirla a la cárcel. Aquella noche festejamos alegremente nuestro triunfo y cuando dejamos Italia, al principio de octubre, estaba todavía en prisión, donde podría meditar a gusto sus proyectos de ley para la próxima vez que fuese diputada”.
Llegada a Génova
Una vez en Génova, las tres pasajeras fueron conducidas a una escuela convertida en prisión, donde se le comunicó a Campoamor que había sido denunciada por cinco pasajeros españoles como “no amiga de las ideas fascistas”, algo que ella reconoció sin dudar, “por estar tan alejada del fascismo como del comunismo” y considerarse liberal.
Estuvo retenida durante algunos días. Finalmente pactó su liberación a cambio del compromiso de abandonar inmediatamente Italia. Se trasladó entonces a Lausana (Suiza), donde vivió en casa de su amiga la sufragista Antoinette Quinche. En 1938 se mudó a Argentina, donde se había exiliado su hermano.
Después de pasar una década en Buenos Aires trabajando de traductora, escritora y conferencista; regresó a Lausana en 1948 para trabajar en un bufete de abogados. Se jubiló algunos años más tarde al quedarse ciega. Falleció a la edad de 84 años en la ciudad suiza.
Bibliografía:
- “Semblanza de Clara Campoamor” El Mundo 26/04/1998
- Instituto del Patrimonio español – Colección fotográfica de Otto Wunderlich
- Sol y Moscas – Florentino Arenero
- Alicante Vivo
- AlicantePedia – David Rubio