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OSTRAS, PERCEBES Y NÉCORAS, ESPECIES PROTEGIDAS

Los españoles no íbamos a ser menos que los ingleses, garantes universales de los derechos de los animales frente al acoso de los humanos.

Los británicos siempre hicieron gala de un exquisito señorío, elegancia y extraordinario civismo. Bueno, menos la caza del zorro, que eso es una tradición ancestral y pertenece a su “cultura”, además de la hípica y demás deportes ecuestres.

Sin embargo, cuando a los españoles nos da por algo, ni ingleses, ni nórdicos, ni escandinavos nos superan.

Nosotros somos los más demócratas, los más libertinos, los más abiertos, los más avanzados, los más amnistiadores y los más permisivos con los delincuentes confesos, inconfesos y huidos.

Los ingleses han reconocido la urgente protección de pulpos, cangrejos, langostas, carabineros, almejas de carril, ostras, sepias y otros cefalópodos y crustáceos, como seres de nobles sentimientos y cumplidas sensibilidades.

En España, y desde aquellos pintorescos ministerios de Garzón, Belarra, Montero y un venerable anciano que iba de allá para acá como sonámbulo, el amor por los chuletones de carne madurada y lomos de buey es enternecedor. Hasta que no vinieron estos, en España se producia una inhumana masacre en estos tiempos de Navidad.

Hasta hace poco quedaban impunes tropelías contra animales indefensos, así como el tratamiento y sacrificio de estos animalitos domésticos, mascotas al fin y al cabo, que tanta compañía proporcionan a los animalistas, que besan en la boca a las hienas y dan coces a los humanos.

Por ejemplo, por decreto de ley se podrían prohibir hervir langostas, percebes, almejas, centollos, bueyes de mar, ostiones, vieiras y zamburiñas vivas, debiendo sedarlas antes del sacrificio con anestesia general.

El gobierno británico por su parte ya está trabajando para reformar las leyes de bienestar animal y protección de los mariscos, frente a sus principales depredadores, los sindicalistas españoles.

El proyecto de ley, que aún no ha sido aprobado, pero que se espera en breve, enumeraría a cefalópodos, como pulpos y calamares, y decápodos como langostas y bueyes de mar en el grupo de animales capaces de sentir dolor, algo que confronta con lo que decían de Rajoy, que era tan insensible como un percebe y por tanto carente se nobles sentimientos.

Claro que Zapatero no salía mejor parado, cuando le asemejaban con Bambi y tan aburrido como una ostra autista en un acuario de restaurante de barrio.

Los españoles, tan avanzados en defender los derechos humanos de los animales, hemos iniciado nuestra peculiar campaña con la condena de los gallos que violan indiscriminadamente a gallinas, pollas, con perdón, y pollitas.

De igual manera se condenará el ordeño desproporcionado de vacas, ovejas y cabras por esos páramos desprotegidos de políticos animalistas.

Los criadores del asno ibérico serán estrechamente vigilados por los defensores de la castidad de las borricas, por potenciar el terrorífico armamento que exhiben los pollinos patrios en momentos de alta exaltación patriótica.

Y por último los defensores y defensoras del mundo vegetal han puesto el grito en el cielo contra todas las verduras que presenten una provocativa imagen fálica, como nabos, remolachas, berenjenas, zanahorias, pepinos, calabacines y demás verduras que recuerden al macho ibérico, mientras, declaran una decidida protección hacia las alcachofas, acelgas, espinacas, setas, cardillas, lombardas y coliflores.

Y por si fuera poco, podrían condenar a 18 meses de talego a los que “ingesten” a troche y moche, chuletones, lomos, entrecotes, costillares y solomillos de carnes rojas con 24 meses de curación de bueyes vascos, naturalmente castrados, porque entonces los bueyes, serían bueyos.

Y es que ya iba siendo hora que británicos y españoles, siempre a la gresca, nos hayamos puesto de acuerdo en algo tan importante como es impedir el horrendo sufrimiento de langostas, ostras, bogavantes y percebes.

En señal de protesta este que suscribe se solidariza con la ley de la humanización de los mariscos, y prometo solemnemente que estas navidades NO CONSUMIRÉ langosta gaditana, centollas gallegas, gambas de Denia, langostinos de Cullera, nécoras de Marín, carabineros de Torredembarra y conchas finas de las Rías gallegas.

Solo tomaré langostinos congelados de marcas blancas ya muertos y bien muertos y si es posible, ya cocidos y recocidos.

Y para darle más fuerza a mi protesta no consumiré jamón 5J de bellota, 100×100 de raza ibérica de Jabugo, si acaso solo las bellotas, porque las castañas están a 7 €.

No volveré a tomar leche enriquecida con omega 3, en protesta del ordeño contra la voluntad de las vacas. Ni tampoco comeré corderos lechales cuyas madres fueron bárbaramente preñadas sin su expresado consentimiento.

De la promiscuidad de los conejos y la sacrosanta paciencia de las conejas de ser montadas de continuo se tratará en un próximo consejo de redacción.

Y mientras los energúmenos, sádicos, asesinos, cobardes, animales…, siguen matando mujeres ante la levedad de las penas que no contemplan la cadena perpetua.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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