Una Constitución de todos y para todos, no valen modas ni revanchas para modificarla

No valen modas, ni revanchas, para querer modificarla. Lo cierto y verdad es que España goza de una democracia plena gracias a esta Constitución

La Constitución española de 1978 ha marcado un hito en la vida contemporánea española: es la más longeva, la que más ha durado de nuestra historia y la que ha marcado un modelo de convivencia en paz, con una descentralización del Estado organizado en Comunidades Autónomas, siendo España una Monarquía Parlamentaria, liderada actualmente por el Rey Felipe VI, como lo son las principales democracias de Europa.

Después de cuarenta años de Dictadura, un texto constitucional reflejaba sin miedos palabras como libertad, igualdad, soberanía nacional, estado de derecho, pluralismo político, convivencia democrática, monarquía parlamentaria.

El rey Juan Carlos I estuvo comprometido e implicado en hacer de España una democracia, en un momento muy complicado. Primero se desmontó el Estado franquista, se hizo todo de la ley a la ley a través de la ley, asesorado por Torcuato Fernández Miranda, artífice jurídico de esta reforma. 

Juan Carlos I fue quien marcó las pautas, los pasos a seguir motivando una reforma política hablando antes con líderes de diversos partidos políticos, incluso con anterioridad a la muerte de Franco, para conseguir unas elecciones generales libres para que, después, los parlamentarios y el gobierno alcanzaran – mediante consenso – una Constitución en la que el monarca perdía sus poderes absolutos heredados del régimen anterior y se regulaban los principios generales de convivencia nacional. Fue una excelente forma de hacer las cosas que se ha usado como modelo en otros Estados democráticos emergentes.

Esta Constitución fue un trabajo colectivo y comprometido, un texto pactado entre todas las fuerzas políticas parlamentarias. Siete fueron los “padres de la Constitución”: 3 por UCD: Gabriel Cisneros, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y José Pedro Pérez Llorca; 1 por el PSOE: Gregorio Peces-Barba; , 1 por AP: Manuel Fraga; 1 por CiU: Miguel Roca Junyent; y 1 por el PCE: Jordi Solé Tura. 

 

A los que aún viven, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, y Miquel Roca Junyent, el Rey Felipe VI les concedió recientemente el Toisón de Oro en agradecimiento de esa labor en una ceremonia solemne en el Salón del Trono del Palacio Real celebrando el 50 aniversario de la vuelta de la Monarquía en España.

En ese acto también se lo concedió a Felipe González, líder indiscutible de la izquierda española en esos años, quien compartió liderazgo con el recordado Adolfo Suarez, a quien el Rey Juan Carlos le concedió también el Toisón de Oro, y el comunista Santiago Carrillo. Líderes como ellos actualmente los echamos en falta, ya no son lo que eran, ni se juntan a una mesa a resolver problemas y a firmar acuerdos como lo hacían antes. Ahora tememos en el gobierno un líder que solo parece preocupado en mantenerse en el poder y si tiene que pactar con quien dijo que nunca lo haría para conseguirlo, lo hace.

 

Los principios generales de esta Constitución son los siguientes: España es un Estado Social y Democrático de Derecho; la Soberanía Nacional reside en el pueblo español del que emanan todos los poderes; la forma política del Estado español es la Monarquía Parlamentaria; la democracia es la forma de gobierno de España; la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles; se reconoce  el derecho a la autonomía de las Nacionalidades y Regiones que la integran, así como la solidaridad entre todas ellas.

 

Fue aprobada por las Cortes el 31 de octubre de 1978. Ratificada por el pueblo español el 6 de diciembre de 1978. Sancionada por el Rey Don Juan Carlos I el 27 de diciembre de 1978. Publicada en el Boletín Oficial del Estado el 29 de diciembre de 1978.

Algunos quieren reformarla, sobre todo podemistas e independentistas, en un claro ejercicio de cargarse el espíritu de la transición española, que tiene tantos admiradores dentro y fuera de España. Los padres de la Constitución de 1978 ya previeron no iniciar aventuras políticas peligrosas que desestabilizaran el Estado sin el convencimiento y el consenso necesario para hacerlo. No valen modas, ni revanchas. Lo cierto y verdad es que España goza de una democracia plena gracias a esta Constitución que ha demostrado ser un hábil y útil modelo de convivencia entre todos los españoles.

Pascual Rosser Limiñana

Colaborador de «El Consistorio»

Escritor

Tags: El Atril de Pascual Rosser Limiñana

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