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Esta monografía es la primera publicación con resultados obtenidos en el marco del Plan de Conservación Preventiva de la cueva de Altamira, llevado a cabo desde 2014 por el Ministerio de Cultura
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El estudio recoge los resultados de la investigación desarrollada en los últimos diez años sobre las colonias microbianas que crecen en la cueva de Altamira
- La presentación tendrá lugar el próximo sábado 10 de mayo a las 12 horas
El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, museo estatal dependiente del Ministerio de Cultura, presentará el próximo 10 de mayo, a las 12 horas, el ‘Estudio de los consorcios microbianos coloreados que se encuentran en la cueva de Altamira’, una publicación que constituye el número 30 de ‘Monografías’, una serie fundada en 1980 por iniciativa del primer director del museo, Joaquín González-Echegaray.
La obra contiene datos de gran interés para conocer el funcionamiento de las colonias bacterianas en la cueva de Altamira y su incidencia en los problemas de conservación de las pinturas. Estos estudios están orientados al diseño de medidas de conservación preventiva para salvaguardar sus pinturas, evitando los riesgos antes de que se produzca un daño o alteración. La metodología utilizada es también aplicable a otras cuevas con arte rupestre.
Esta monografía es la primera publicación con resultados del Plan de Conservación Preventiva (PCP) de la cueva de Altamira al cumplirse una década de su aplicación. El objetivo de este Plan es coordinar y poner en marcha un conjunto de estrategias desarrolladas por un equipo interdisciplinar con el consenso y participación de la comunidad, a fin de preservar, resguardar y difundir la memoria colectiva en el presente y proyectarla al futuro.
Un estudio indispensable para la conservación del arte de Altamira
La cueva de Altamira, conocida como la ‘Capilla Sixtina del arte cuaternario’ destaca no solo por la calidad de sus pinturas, sino por ser una de las cuevas más estudiadas y con mayor seguimiento en lo que respecta a su conservación.
Altamira, como todas las cuevas, es un ambiente subterráneo que destaca por ser un entorno con un cierto grado de aislamiento, que mantiene unas condiciones estables en lo que se refiere a la temperatura y un variable intercambio de nutrientes con el exterior.
Precisamente por contar con esta estabilidad ambiental, las cuevas constituyen un hábitat natural con presencia de microorganismos específicos bien adaptados. Estos han evolucionado hasta alcanzar un equilibrio estable, pero muy delicado, al ser sensibles a intervenciones antrópicas que producen efectos impredecibles.
En el caso de Altamira y de otras cuevas de Francia y España, las formaciones de algas, hongos o bacterias que afectan a las pinturas se produjeron desde los años sesenta y setenta del siglo pasado debido a la contaminación introducida por las visitas turísticas masivas. Esta situación obligó a su cierre al público y al establecimiento de estrictas medidas de control ambiental.
La colonización microbiana en Altamira es más abundante en la zona de la entrada de la cueva que en el resto. A partir de la década de los ochenta y noventa del siglo XX se detectó un crecimiento de las colonias, de forma más destacada en la zona próxima a la entrada. Para responder rápidamente a este riesgo y evitar su avance, se compró una gran superficie de terrenos próximos a la cueva para evitar que la actividad ganadera que se desarrollaba en ellos contaminara el subsuelo y que los purines sirvieran de alimento a las colonias de bacterias, como estaba pasando hasta entonces.
Hoy día, con la situación controlada, la investigación científica sigue siendo la vía para salvaguardar patrimonio como la cueva de Altamira.
Investigación del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC)
El estudio es el resultado de la investigación desarrollada en los últimos diez años por los doctores Candela González-Riancho y Juan María García Lobo, del Departamento de Microbiología y Genómica del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC), centro mixto de titularidad compartida entre la Universidad de Cantabria (UC) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El acceso a la cueva de Altamira y la toma de muestras necesarias para este trabajo se ha realizado con el apoyo del personal técnico del Museo de Altamira en el contexto del contrato ‘Servicio de control y seguimiento de las condiciones ambientales y del biodeterioro de la cueva de Altamira”, firmado entre la Universidad de Cantabria y el Ministerio de Cultura, vigente desde 2014 hasta la actualidad.
Además, este trabajo contó con el apoyo financiero del proyecto Omicas, dentro de la convocatoria de proyectos puente, de 2018, financiada por la Universidad de Cantabria y Sodercan.