Esclavos Sin Saberlo

Los españoles tenemos fama de ser unos divertidos, simpáticos y festivos ciudadanos que todo nos lo tomamos a chanza, relativizando los contratiempos cuando nos sonríe la vida.

Pero como buenos e irredentos latinos con tendencias bipolares, cuando estamos hartos de abusos, de humillaciones y de burlas; cuando nos ahogan las dificultades, sacamos nuestro peculiar carácter y nos convertimos en descontrolados individuos capaces de protagonizar cualquier barbaridad.

Sólo tenemos que escuchar a los vecinos dónde se ha producido una tragedia: «Parecía una persona educada, amable, simpática, cercana… Jamás podríamos imaginar que sería capaz de hacer semejante atrocidad»

Por un lado, siempre estamos dispuestos al chiste, al chascarrillo y al divertimento y de inmediato pasamos a protagonizar iracundas reacciones, próximas al drama, cuando cansados de aguantar nos ciega la ira.

No tenemos freno a la hora de reírnos de todos, de todo y por todo, sin ningún tipo de límites, porque al final somos esclavos de nuestro indómito carácter e iracundas reacciones.

En estos momentos los 50 millones de ciudadanos que habitamos está cada vez más cuarteada piel de toro se han agrupado en sectores que nada tienen que ver con las clases sociales que durante décadas conformaron aquella otra sociedad española donde la clase media era la más numerosa.

Y llegados a este punto es bueno recordar cómo se estructuraban las clases sociales en la Antigua Roma, donde tras un largo proceso se definieron cinco grupos totalmente diferenciados:

Los patricios, que venían de la antigua aristocracia compuesta por terratenientes con privilegios políticos, hoy banqueros y propietarios de multinacionales.

Équites, una clase media-alta de comerciantes y artesanos, hoy medianos empresarios dedicados a la exportación e importación y toda clase de servicios.

Plebeyos, la gente común de talleres, artesanos y pequeños campesinos que lucharon por sus derechos.

Libertos, exesclavos con derechos limitados. Los pobres.

Los Esclavos, el grupo más bajo sin derechos y dedicado al trabajo forzado, que son los pobres de solemnidad.

Y si esto se estableció hace 2000 años, sólo nos queda efectuar un leve análisis de lo que sucede en la España actual, con lo que de inmediato veremos la realidad de los avances logrados, siempre aireados por el político de turno, nunca tan excepcionales como pregonan.

Nuestro problema es que muchos de los ciudadanos actuales no saben que pertenecen a los grupos más débiles.

Si madrugar a las cinco de la mañana, ir acinados al trabajo y regresar a «su hogar» con un sueldo de 1.100 euros al mes cuando ya se puso el sol… Cuando hay que renunciar a crear una familia, a no permitirse ponerse enfermo y estar obligados a «vender su trabajo» haciéndose autónomo, sin la posibilidad de adquirir una vivienda… si a esto no se le llama esclavitud habrá que hablar de servidumbre y explotación consentida.

Mientras tanto hablemos de falsas pulseras anti energúmenos, de inexistentes pruebas médicas para prevenir el cáncer, de indiscriminados abortos, mordidas, puteros, dinero en B, listas negras y corrupciones a todos los niveles con másteres regalados y cátedras para graduados en secundaria.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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