La invasión inglesa que determinó el indeleble sello de la cultura anglosajona sobre EEUU, Canadá y Australia, nada tuvo que ver con el descubrimiento que protagonizaron los españoles del Nuevo Mundo.
La actitud de ambos países no fue la misma ni la intención tampoco.
Los británicos fueron con la idea preconcebida de un imperialismo feroz sobre tierras ya descubiertas, mientras que lo españoles fueron en busca de un nuevo mundo.
Los ingleses ansiaban nuevas fuentes de riquezas, y los españoles, dominio que regalar a la Corona que pagó los gastos.
EEUU y Australia conservan el característico sello anglosajón, y siendo más precisos, no de escoceses, irlandeses y galeses.
Los canadienses se identifican más con Francia e Inglaterra, ya que a ambas culturas las consideran a un nivel superior al de los otros, a los que acusaban de borrachines, pendencieros, camorristas y gentes de poca moral.
La invasión de estos países fue consecuencia de su desmedido afán de riqueza con el menor esfuerzo posible, al final siempre sale su ancestral instinto de piratas, y la actitud de aquellos inmigrantes, en contra de lo que está ocurriendo en Europa y en concreto en España, más que integradora fue dominante y cruel.
Lo que está ocurriendo en Europa y más concretamente en España, es que esta invasión está enriqueciendo a algunos “empresarios” sin escrúpulos, empleando a ilegales por los que muchos no pagan los impuestos reglamentarios, pero que al final disfrutan de una Sanidad, Educación, Servicios Sociales, Vivienda e Infraestructuras que no sufragaron, ni sufragan.
En estos momentos, Europa está perdiendo su identidad social, cultural y económica, para aparecer con una concepción absolutamente diferente.
En España, la Sanidad, Educación, Economía, Trabajo, Vivienda y Asuntos Sociales, no volverán a ser lo que fueron tan solo hace veinticinco años, porque donde “comían 40 millones no pueden comer 48 con los mismos medios. recursos e infraestructuras”.
Y dicho esto, me expongo a que me llamen insolidario, egoísta, xenófobo y cuántas lindezas me quieran decir pero los españoles de a pie no deberíamos padecer los efectos de este tipo de récords.
Estoy a favor de todos cuánto se integren en este nuestro mundo, donde las leyes, las normas, la cultura, las tradiciones y costumbres, deben ser aceptadas y respetadas, sin tener la necesidad de renunciar a las suyas, además de contribuir con su trabajo y el abono de impuestos a hacer una sociedad mejor, más solidaria, equitativa y justa.
Mucho me temo que España no pueda dar respuesta a estos 48 millones de habitantes y a 50 millones en 2026.
Eso que en donde comen cuatro pasan hambre seis es una verdad incuestionable, a no ser que los de aquí emigren y a donde emigren también se vayan los suyos.
Al final el mundo se entregará a una emigración total a excepción de los paraísos fiscales que se convertirán en el Edén de los ricos y poderosos donde los inmigrantes tendrán que pasar por todo tipo de filtros, porque hasta los inmigrantes serán unos privilegiados.