Se ha restaurado una antigua bodega medieval descubierta en el barrio de Consolación. Este espacio servirá de apoyo a las visitas turísticas, explicará el pasado judío de la ciudad y el entramado de pasadizos y bodegas del caso antiguo de la ciudad.
El Centro de Interpretación de la Judería de Calatayud se ha abierto en el corazón del barrio de Consolación. Una antigua bodega descubierta en el transcurso de unas obras que se llevaban a cabo cuando se sustituían redes y pavimentos en la plaza de este barrio, se ha convertido en un espacio que dará a conocer el legado judío y que quiere ser referente cultural y turístico de la ciudad.
La Judería de Calatayud fue la segunda más importante de Aragón, después de la de Zaragoza. Aunque apenas quedan vestigios de su relevancia en el trazado urbano de esa zona de la capital bilbilitana, si existe abundante documentación que explica cómo era el día a día de los judíos, sus casas, sus tradiciones, su religión, o quienes fueron algunos de sus vecinos más ilustres en diferentes campos.
El Ayuntamiento de Calatayud ha invertido 189.000 euros en esta intervención para la ha contado con la financiación europea EDUSI. La rehabilitación de esta bodega se ha llevado a cabo por la empresa local Construcción Blas Montañés, según el estudio y proyecto del arquitecto Pedro Iglesias.
La historia de Calatayud como valor
Desde el Departamento de Urbanismo y Patrimonio del consistorio, y a pesar de la complejidad de la obra, se hizo una apuesta decidida por recuperar y dar un uso a este singular espacio. Tiene unos 50 metros, está a 5 metros de profundidad sobre el nivel de la plaza, donde se ha realizado una rampa escalera para acceder a la zona baja. Desde esta bodega continúan otros túneles de la misma época.
“Era una oportunidad para explicar y divulgar la Judería de nuestra ciudad que llegó a contar con 800 personas en 190 casas y con al menos siete sinagogas que han sido documentadas, aunque sólo se conservan restos de dos. La Sinagoga Mayor renovada por completo y hoy ermita de Consolación, y la de Tejedores o Menor, dentro de una propiedad privada y muy transformada”, explica el concejal José Manuel Gimeno.
Este centro de interpretación no sería una realidad si los propietarios de la bodega, la familia Aguilar Pérez, no la hubiera donado a la administración local. El alcalde José Manuel Aranda les daba las gracias en nombre de la ciudad. También, reconocía y agradecía la paciencia de los vecinos de Consolación, que desde su hallazgo hasta su apertura han soportado las molestias de las obras.
Quienes visiten el Centro de Interpretación de la Judería de Calatayud van a encontrar como describe Gimeno, “una serie de paneles interpretativos que también estarán en las calles del barrio y una gran maqueta de esa parte de la ciudad que ha sido creada por el taller de carpintería del Programa Experiencial de Empleo”.
En los paneles se ha querido narrar cómo era la Judería de Calatayud, sus límites físicos en la ciudad, su historia, sus casas, su forma de vida, las sinagogas o la religión hebrea, entre otros contenidos. También se ha incorporado un discurso especialmente dedicado a los niños con descripciones adaptadas a su edad, para que se inicien en el conocimiento de esta parte de su historia y cultura. De este contenido se ha encargado la empresa Tintaura.
El equipamiento elegido es sencillo porque se ha pensado como complemento a las explicaciones de los guías y como punto de partida. A partir de ahí se invita a recorrer las callejuelas de esta parte alta de la ciudad, que estuvo fortificada y rodeada por tres castillos de los cinco que se conservan del Conjunto Fortificado Islámico, el más antiguo de la península ibérica de época islámica. Son los de Doña Martina, la Torre Mocha y el de La Peña.
Recuperar patrimonio y ampliar la oferta turística
A partir del siglo XIII la Judería estaba completamente cerrada y se accedía a ella a través de cuatro puertas. Las casas privadas que en ella había no eran muy espaciosas y mostraban notables diferencias entre las de familias acomodadas y las más humildes. Era común que hubiera plazoletas comunitarias a las que daban varias casas y solían tener bodegas y pozo. El núcleo de la vida medieval de los judíos lo marcaba la Torah, que regulaba desde la alimentación a la actividad social. La organización económica y política. De ahí que la sinagoga, y el rabino como guía espiritual eran pilares fundamentales de esta comunidad.
Obra realizada
La estructura de la bodega que se ha abierto al público y que se ha conservado “es digna de admiración”, califica José Manuel Gimeno. Se construyó con una bóveda apuntada y mampostería de seis metros que sostiene su techo. Este se refuerza con cuatro arcos fajones de ladrillo guardianes silenciosos de su historia. El espacio resultante se divide en dos zonas claramente delimitadas por la escalera de acceso exterior.
“Ha sido una intervención muy complicada llevada a cabo por la empresa constructora local del barrio, Construcción Blas Montañés, por dos empresas metálicas locales y ha existido un seguimiento arqueológico continuo”, añade el edil responsable de Patrimonio.