«La meta del socialismo es construir una sociedad basada en la igualdad, la equidad económica, la iniciativa personal, la cooperación moral de un individuo, promoviendo estructuras políticas y económicas de distribución como el seguro social».
«Según la visión socialista, los individuos no viven ni trabajan aislados, sino que viven en cooperación, unos con otros, conformando una sociedad justa, igualitaria y solidaria».
¿Quién estaría en contra de esta ideología?
¿Quién no aceptaría estos conceptos doctrinales?
¿Quién estaría en contra de estos principios?
Y si al final se añade la definición de progresistas, ¿Quién no sueña con progresar en la vida?
Si nos centramos en definir a los partidos de ideologías frontalmente opuestas, nos encontramos que sus premisas ideológicas «se centran en poner de relieve su tradición humanista, cristiana e ilustrada, además de consagrar el derecho a la vida, la dignidad de la persona, el valor de la libertad, el respeto a la autonomía política cultural, económica, personal y religiosa, la solidaridad y el servicio a los demás»
Además, se autodefinen como partidos conservadores.
¿Quién no desea conservar una tradición humanista?
¿Quién rechaza el derecho a la vida?
¿A quién le disgusta el derecho a la libertad?
¿Votar a un partido significa negar las reivindicaciones dogmáticas del otro?
¿No será que el votante a la hora de depositar su voto le importa un bledo el pensamiento ideológico del partido al que vota, o del que no vota?
No será que a la hora de votar los electores votan con el corazón, con el cerebro, con el estómago, con las vísceras, con su estado de ánimo, por su nivel de cabreo, o por el mandato de la herencia doctrinal familiar.
Mucho me temo que los españoles votemos con esas partes de nuestro cuerpo y no lo hagamos a través de la razón, la lógica, juicio, argumento y, sobre todo, por sensatez, prudencia y cautela.
Imaginémonos que yo pensionista y exfuncionario de Educación me preguntasen por quien no sólo me congeló la pensión, si no que me la bajó…
Y cuando estaba en activo, ¿quién empezó a ponerme un sueldo decente en contra de la costumbre de tener castigado a los docentes con sueldos de miseria?
Pero si me paro a pensar quién me ha mentido más, o quién me ha cosido a impuestos, o quién me ha robado más, no me sería fácil descubrirlo, no me sería fácil… ¿O tal vez sí?
Así que estoy como buena parte de los españoles que estamos indecisos, desorientados, perdidos y cabreado.
Y entre ambas opciones, que su MAJESTAD el PUEBLO escoja.